Con la primera jornada de la segunda fase terminada, dando pie a resultado decisivo para el devenir del torneo (a la par de sorprendentes en algunos casos), toca preguntarse si la ronda anterior es tan relevante (obviando lo sabido) y como debería afrontarse para hacer un buen campeonato tras ella.

Una persona de confianza me comentaba en torneos previos que si tienes un grupo débil para empezar el torneo puede, en cierto modo, hacerte ver las posibles opciones de éxito con una perspectiva diferente. Esto suele dar pie a tópicos cómo «las fases de grupos son una especie de preparación encubierta» o «los equipos no dan el 100% de su capacidad en este tipo de fases» y además, en este caso, todos esos tópicos se han cumplido (mayoritariamente) recordando aquello de que «quién avisa no es traidor».
Empezando por hablar un poco por el España-Italia, donde la defensa (especialmente la realizada Víctor Claver sobre Danilo Gallinari) además del mal porcentaje de tiro exterior de los italianos dieron pie a que el combinado español (sin jugar ni mucho ni bien, pero si mejor) se encontrase cómodo en un marcador sin muchísima anotación. En este caso una fase de grupos más sufrida como la que tuvo el equipo español (ante rivales con caché en sus continentes, como comentamos en días previos) a diferencia de los paseos que se dieron los italianos en la primera fase. El duelo entre países mediterráneos confirma el proverbio latino «ad astra per aspera» (A las estrellas por lo aspero, que también podría darse a entender como que para ganar hay que sufrir).
En el República Checa-Brasil habría que destacar dos datos: La gran labor de liderazgo de un Tomas Satoransky (ciertamente infravalorado), con un saber estar digno de los grandes líderes, de los que suelen lograr cosas grandes en esta clase de eventos (junto a la explosión de Jaromir Bohacik, al que no tardaremos en ver jugando en algún grande de Europa) y, sobretodo, garra. Un equipo en constante pelea por el balón para alcanzar el éxito. Brasil pagó ir de favorita y no mostró el nivel esperado tras dar uno de los grandes golpes del torneo (contra Grecia), pero no ha podido encontrar esa estabilidad que si han obtenido los checos tras perder en la jornada inicial. «No es como se empieza, si no como se acaba» por si no lo recuerdan.
En el República Dominicana-Australia con el efectivo efecto que supuso la anotación de Patty Mills en el momento adecuado para reventar el partido, pareció que los oceánicos venían enrrachados tras estar en el llamado (aunque finalmente no lo fuera tanto) «Grupo de la muerte», donde en cada partido debían dar lo mejor de sí mismo para no irse fuera de buenas a primeras. Los dominicanos sufrieron en la primera ronda, sí, pero ante rivales muy inferiores (como Jordania y una selección alemana sin las ideas claras). La experiencia en este caso fue un grado, con los aussies, a pesar de que sufrieron más de lo esperando, dieron la sensación de que sueñan con hacer algo grande y que tienen talento para ello.
En el Lituania-Francia, que supuso un golpe encima de la mesa de los galos de cara a seguir mostrando su candidatura a ganar el torneo, noqueando a una de las eternas aspirantes (que dejando de lado las quejas arbitrales) realizó un partido impecable, con un Jonas Valaciunas a la altura de las expectativas por primera vez en mucho tiempo, logró poner la pasión que siente todo un país por este deporte. A pesar de ello, un imperial Rudy Gobert, junto Andrew Albicy, Nando de Colo y el trabajo sucio de Amath Mbaye lograban el pase a cuartos un lustro después; con las mismas ganas que por aquel entonces y con las mismas trabas por el camino. Este sería el único enfrentamiento (entretenido) donde la rudeza del grupo previo pasó factura a la perdedora lituania, que por resultado peleará por acabar lo más alto posible de cara al perolímpico.
USA-Grecia, 13 años y 7 días después nada era lo mismo para nadie, pero esta vez las expectativas se han cumplido. En Grecia solo había un nombre encima de la mesa (a pesar de todo): Giannis Antetokounmpo. Y si eso no funcionaba, como ya pasó con Brasil, hasta luego y que vaya bien a la próxima. Con los estadounidenses aprendiendo a jugar en el formato FIBA desde el primer día de competición, su fase de grupos fue de menos a más… Al contrario que la de Grecia, que a pesar de tener un grupo más débil, se ha sumado a sus íntimos enemigos otomanos en no saber frenar la caída libre en el momento clave. Buena gestión de Gregg Popovich, que puede colgarse su primera medalla internacional en una semana.
Rusia-Polonia es un ejemplo cajón de que si se gestiona bien la fase de grupos se pueden hacer cosas granes. Los hombres de Bazarevich se pasaron toda la primera ronda pasando si muchos apuros gracias a su rudeza (sin un referente claro por la lesión de Alexéi Shved en la preparación) y también por tener un punto más de veteranía que sus primero rivales (las inexpertas Corea del Sur y Nigeria), pero no que la gran sorpresa de este torneo. Con Mateusz Ponitka a los mandos y logrando eliminar a la anfitriona en primera fase, Polonia se alza como la gran sorpresa del Mundobasket hasta la fecha y busca (a parte de un plaza en los Juegos Olímpicos) sacar partido a la mejor generación de su historia hasta donde lleguen las fuerzas.
Capítulo a parte merecerían el Argentina-Venezuela y el Serbia-Puerto Rico, donde las menos favoritas hicieron sufrir poco u nada a dos de las grandes selecciones del Mundial. La preparación de los sudamericanos y de los balcánicos antes de este torneo fue de las mejores posibles y con una fase de grupos más o menos competida, ya tiene en su mano seguir soñando con hacer algo grande.
También ganaron Irán, Nigeria, China, Túnez,Nueva Zelanda, Turquía, Canadá (de paliza, 126-71) y Alemania. Estas selecciones solo tienen en mente una cosa: El Preolímpico. La sensación es que posiblemente lo logren y busquen sus opciones de estar en Tokyo dentro de 10 meses, tal vez acordándose de que los errores en la fase de grupos pueden ayudarte o derrocarte, ahí reside la complejidad de la parte inicial del torneo, un punto en el que las apariencias engañan (o tal vez no).