Con el Mundial cerrado con un broche de oro por el combinado español, hay que empezar a pensar si realmente está nueva generación llega al nivel de lo que fue aquella generación de los ‘Junior de Oro’ tras aquella conquista en el Mundial de la categoría en Lisboa, hace ya 20 años.

Toda historia tiene un inicio, un nudo y un desenlace. Pero una historia siempre puede segunda, tercera o (con mucha suerte) una decimotercera . Sea como sea, la suerte ha sonreído de nuevo al equipo con más medallas en el universo basket en este siglo (sin contar a USA): España.

Porque ahora la moda «es en rojo y amarillo», con ese segundo campeonato mundial, histórico hito que de alguna forma podría compensar aquél tropiezo de 2014 en casa, ante un público expectante y con unas ganas de hacer historia que se quedaron por el camino siendo la segunda mota de polvo en un historial de escándalo.

Para que a nadie se le olvide. La otra cita donde España no subió fue en Turquía 2010, donde la selección española iba campeona tras el éxito de 2006. Aquél torneo terminó con el combinado nacional terminó en una escabrosa séptima plaza viniendo de donde venían.

Por ello, tal y como seguían diciendo los Nikis en su canción:»Perdimos nuestras posesiones,esto tiene que cambiar, nuestros nietos se merecen que la historia se repita varias veces.» Una vez contado el desenlace, y sabiendo el inicio de esta historia asiática, con un segundo capítulo con muchas intrigas, un tercero que mantenía la trama de otros tomos, el cuarto la alargaba, pero el quinto y sobretodo el sexto obligaban a tirar de historial en más de una ocasión sin buscarlo a propósito, pero siendo cuestión indispensable para poder seguir la trama de forma adecuada.

Y en el último capítulo para el cuál, tal y como decía José Luis Borges en este tram Milonga de Albornoz: «Alguien ya contó los días, alguien ya sabe la hora. Alguien para quién no hay ni premuras ni demora.» Y esta persona tal vez ha sido Sergio Scariolo, el tipo capaz de volver a poner cada jugador en el momento adecuado en pista. Porque el truco de volver a poner a Oriola de titular le ha salido espectacular (de nuevo), porque Ricky Rubio ha vuelto a ser la batuta de esta selección desde el principio del partido (nada de revulsivo desde el banquillo, capitán general desde el segundo uno), porque el trabajo en la sombra de Claver ya ha salido a la luz, porque Marc Gasol tiene ese ansiado premio que tanto deseaba: tener su propio legado.

A todo esto, habría que añadir el doble-doble del capitán Rudy, estando en uno de los momentos más difíciles de su vida en lo personal, fue el lider junto a Marc en la búsqueda de un tesoro que muchos daban por irrecuperable a estas alturas de la tormenta. Porque Pau Ribas,Sergi Llull y los hermanos Hernangómez fueron cogiendo cada vez más responsabilidades a medida que avanzaba el torneo y siendo vitales para mantener las opciones de éxito en un torneo donde hacía falta aprovechar la situación. Mención especial merecen los ‘hombres de las ventanas’: Quino Colom, Javi Beirán y Xavi Rabaseda. Ellos fueron los responsables de recordar porque España estaba en el Mundial, porque sin ellos nada de esto hubiera sido posible.

En otra parte del poema, Borges también dice que al protagonista «se la tienen bien jurada
más de un taura y más de un pillo; en una esquina del sur lo está esperando un cuchillo.» Y Argentina no vió venir el cuchillo ‘Marca España’ desde el primer segundo de partido. Ni los saltos de Facundo Campazzo, ni el saber estar de Luis Scola, ni los triples (intermitentes) de Nicolás Laprovittola, la intensidad de Gabriel Deck, entre otros, fueron incapaces de quitarse ese estacazo inicial que marcó una distancia insalbable para una selección argentina que no mando en el partido ni un solo segundo.

El desenlace, como ya hemos dicho, acaba de buenas maneras en esta ocasión para la selección española, trece años después vuelve a ser un partido con un resultado abultado para el nivel mostrado por ambos equipos, pero tal vez más justo de lo que parece por los atenuantes mencionados, los cuáles vuelven a recurrir a la canción con la que esta títulado este artículo.

El sueño de que «seremos de nuevo un Imperio» en el mundo del baloncesto queda pendiente de lo que decida el USA Basketball, viendo si sigue siendo un buen reclamo para atraer a las grandes estrellas de la NBA cada verano que lo necesiten o si en cambio dejan a las grandes potencias europeas, sudamericanas y a Australia campar a sus anchas en el territorio FIBA.