Editado por @atthebuzzercb

Ante el esperado debut del jugador puertorriqueño en el Estudiantes, toca hacer repaso de los jugadores con carreras destacadas que acabaron aterrizando en la España en algún puntos de su trayectoria y con distinta suerte para todos ellos cuando jugaron (durante un corto periodo de tiempo) en alguno de los equipos de la máxima categoría del baloncesto español.

Collage con fotos de archivo de ABC y medios regionales

El desembarco en ACB de alguien con 14 temporadas a sus espaldas de experiencia NBA (ocho de ellas también en playoff y habiendo alcanzado la gloria del anillo en 2011) supone siempre de facto un hecho tan relevante como excepcional. No obstante, el caso de J.J. Barea, a punto de incorporarse a las filas del Movistar Estudiantes, no constituye tan rara avis en la historia, ya sea reciente o no tanto, del baloncesto español. Seguro que el diminuto (177 cm. le contemplan) comboguard boricua estaría encantado, pese a que de esta manera ya no podría ejercer de revulsivo desde el banquillo tal cual hizo conjuntamente con Jason Terry para alzarse con el anillo de la NBA hace 10 años en los Mavs, de tomar los galones, esta vez desde el puesto de base, de un quinteto compuesto por su pequeña gran figura, así como por la de otras cuatro leyendas de la mejor liga del mundo que un buen día tuvieron a bien pasear, con mayor o menor éxito, sus innegables aptitudes por aquí. A continuación descubrimos de quienes se trata.

George Gervin: el día en el que Iceman se salvó del descenso 

Curiosamente, nuestro primer protagonista también disputo once campañas en una de las franquicias texanas de la NBA. Si J.J, a buen seguro, verá retirada su camiseta en Dallas (2006-11 y 2014-20), el mítico 44 de Iceman (1974-85) cuelga desde hace ya mucho tiempo de lo alto del AT&T Center de San Antonio. Y es que sus nueve presencias en el all star, cinco nominaciones para el mejor quinteto del año, o cuatro entorchados de máximo anotador de la NBA jalonan el palmarés del que seguramente fuera el mejor encestador del último lustro de los 70 y del primero de los 80. 

Récords de puntos convertidos iban cayendo incesantemente (no hace tanto que Klay Thompson batió su marca de 33 en un cuarto), hasta que, de forma abrupta, sus problemas de adicción terminarían con su carrera NBA al no poder cumplir el fino y hierático (de ahí su apelativo) alero de Detroit con la última misión encomendada: la de ejercer de mentor de Jordan en lo que sería un breve e intrascendente paso por los Bulls a mediados de los 80. Así pues, el denominado rey del finger roll emprendía un camino del Viejo Continente indefectiblemente relacionado con Manresa tras una corta estancia anterior en Italia. 

Con los brazos abiertos se esperaba en la localidad del Bages a un Iceman que no defraudaría. 25 puntos de media por partido (ironías del destino, exactamente el mismo promedio que presentó en sus 10 campañas en la NBA tras su paso por la ABA) propiciaron que, entre otras cosas posiblemente de carácter menos estadístico y más destinadas al aspecto emocional, aquel TDK Manresa lograra una meritoria permanencia en ACB que, por ese entonces, se dilucidaba mediante un siempre dramático playoff de descenso o play out.  

Gervin, por ende, conocía a la perfección cuales eran los choques cruciales, por lo que nos obsequió con lo mejor de su aún extenso repertorio para derrotar al en aquel momento Tenerife Nº1 después de que los chicharreros se hubieran hecho con el factor cancha tras igualar la eliminatoria a 1 en el Viejo Congost. !43! y 31 fueron los puntos que Iceman anotó para que ya en el cuarto duelo los manresanos, dirigidos por un jovencísmo Ricard Casas, certificaran su permanencia allá por 1990. Sin duda, como después el propio Gervin comentaba, esa sería la primera piedra para el título de liga del TDK en 1998, éxito del cual el jugador se enteraría a través de un afamado periodista catalán en San Antonio durante las NBA Finals de 1999; cuentan que pocas muestras de efusividad como la del momento se le habían visto nunca a alguien, con toda lógica además, apodado Iceman. 

Ralph Sampson: el hombre que pudo cambiar el baloncesto pasó por Málaga 

Como todo debe de tener más de un punto en común para su ligazón, nuestro segundo protagonista ostentó durante 28 años un récord en la Liga ACB sólo igualado esta temporada por otro de los fichajes estudiantiles; el chadiano Chris Koumadje, ya despedido del cuadro del Ramiro, era precisamente quien empataba en todo lo alto (sic) de la clasificación de jugadores con mayor estatura a lo largo de la historia (224 cm) con el propio Sampson. 

Si bien, como hemos comentado, Ralph Sampson destacaba por su altura, lo que lo hacía verdaderamente diferente era el hecho de disponer de un manejo de balón impropio para ser llevado a cabo desde una atalaya semejante. Su sociedad formando parte de las emblemáticas Twin Towers con Akeem (aún sin la “H”) Olajuwon marcó una época en una NBA todavía de incipiente seguimiento en España. Tanto fue así que los mismísimos Lakers del Showtime caerían con cierta claridad a manos de los texanos (como ven, el tercer conjunto de Texas y único que nos faltaba) tras la icónica e inolvidable canasta de Sampson en la última décima del quinto asalto de las Western Finals de 1986. 

Sin embargo, poco después las rodillas empezarían a fallarle a esta primera elección del Draft’83 (algo, en parte, derivado de un estilo de juego que, según sus palabras, pretendió que le acercara a emular a Magic Johnson oficiando de base), hasta llegar a bajar sus promedios a la cuarta parte tomando como referencia sus últimos cuatro cursos en NBA (1988-92) con los respectos a los cinco primeros, los de sus días de vino y rosas en Houston. 

Desafortunadamente, la trayectoria futura del cuatro veces all star (siendo MVP en el de 1985) se hallaba de forma irreversible fuera de la NBA, algo que el Unicaja de Ronda iba a desear explotar durante la segunda vuelta de la campaña 1991-92, aunque solamente fuera bajo el enfoque de la exposición mediática. Algo que quedaría bien a las claras en un debut en Ciudad Jardín, que, si bien rodeado de la máxima expectación jamás vista, ponía de relieve todas las miserias de un miembro de las Twin Towers al que una y otra vez, superaban a su antojo la pareja interior valenciana formada por Brad Branson Y Larry Micheaux. 

Ocho encuentros serían más que suficientes (no llegó a terminar la temporada) para revelar que las rodillas de Sampson no daban ya para más y el versátil gigante terminaría por dejar más anécdotas, como la de aquella cama de 230 cm que tardaron tres días en construirle, que juego; algo obvio si, como desde la Costa del Sol se comentaba, hasta diez jeringuillas eran necesarias para drenarle líquido de sus maltrechas articulaciones tras cada esfuerzo. Sin duda, un cruel final para quien coqueteó con la gloria. 

Rony Seikaly: cuando una gran estrella da paso a otra aún mayor

Nuestro siguiente integrante del quinteto legendario de estrellas NBA con paso (efímero, eso sí, en su caso) propicia que abandonemos momentáneamente nuestro centro de operaciones en el estado de Texas por el otro de fuerte influencia hispana aunque algo más glamuroso, ni más ni menos que el de una Florida nacida para la NBA cuando los Miami Heat, en su primera elección como franquicia, se iban a decantar en el número 9 por un talentoso center nacido en Beirut (Líbano). 

Después de ser campeón del mundo en España’86 (vistiendo la camiseta de USA, no se asusten) sin excesiva participación habida cuenta de una competencia en el juego interior determinada por hombres de la calidad de Armen Gilliam, Charles Smith o, sobre todo, el almirante David Robinson; mucho más prodiga estadísticamente resultaría su trayectoria en la mejor liga del mundo. Casi 15 puntos y algo más de 9 rebotes de promedio contemplarían a Seikaly durante unas 11 campañas en el mejor campeonato del mundo (seis en Miami y dos en Orlando, de ahí su querencia por Florida) que, por si fuera poco, también le dieron para establecer buenos contactos con el ámbito de la farándula y, de esa manera, preparar su futuro como DJ, profesión que ejerce en la actualidad. 

Si previamente hemos comentado el potencial del juego interior del combinado de Lute Olson en el Campeonato del Mundo de 1986, su desembarco en Europa, ya a los 35 años y tras varios episodios de lesiones, estaba marcado por la pretensión de lograr un efecto intimidador en la pintura que rozara todavía más el paroxismo. Zoran Savic, Francisco Elson, Efthimios Rentzias y Roberto Dueñas acompañaban al fichaje de campanillas por antonomasia de entre los realizados en Europa durante esa época: el de Rony Seikaly (2 millones de los actuales Euros tenían la culpa) por el FC Barcelona en la campaña 2000-01. No obstante, muchos (incluido su amigo del alma desde su época en Miami, Bertín Osborne) le alertaron de que su incorporación no terminaba de encajar en la férrea idiosincrasia que Aíto acostumbraba a imponer en sus conjuntos…

Una vez expiraba el tercer choque disputado por Seikaly en ACB la razón asistía de manera exponencial a todos esos presuntos agoreros; incluso al afamado cantante/presentador. Al igual que el en el caso de Sampson expuesto anteriormente, una derrota casera frente al Pamesa Valencia determinaba el final del pívot de 2.11 en la competición española: su 3/12 en tiros de campo, acompañado de la sensación de superioridad de la pareja formada por Bernard Hopkins y Derrick Alston sobre su figura posibilitarían un cruce de declaraciones con Aíto que derivaría en que Seikaly únicamente disputara 12 minutos esa semana en el siguiente choque de Euroliga antes de apearse abruptamente del barco abandonando la disciplina blaugrana. 

Sin embargo, toda historia inconclusa en lo que a su éxito se refiere tiene una cara mucho más amable. En el caso que nos ocupa, la providencia quiso que Pau Gasol abandonara definitivamente la posición de “3” que había ocupado en su primera temporada en el ACB con el Barça para pasar a engrosar el juego interior más potente de Europa sustituyendo al mismísimo Seikaly. Los títulos de Liga y Copa de esa temporada ya con Pau como MVP serían la antesala del cuento más bonito jamás contado en el baloncesto español. Por algo dicen que no hay mal que por bien no venga. 

Lamar Odom: vivir al límite… pasando por Vitoria 

Nadie mejor para cerrar el círculo que nuestro próximo y último protagonista de este particular quinteto. Con también 14 temporadas en la élite y paso, exiguo en este caso, por los Mavs como Barea; adicción a las drogas (mucho más acusada, por supuesto) que Gervin; encuentro determinante en su imposibilidad de reenganche a la primera línea baloncestística en ACB frente a Valencia Basket (al igual que Sampson y Seikaly), que en su caso sería el único que disputaría en la competición nacional con el Baskonia, terminándolo con –4 de valoración; la última de las coincidencias con las estrellas anteriormente citadas sería otra de carácter positivo: Lamar Odom pudo, al igual que Seikaly, alzarse con un oro mundialista, esta vez a las órdenes de Coach K en Turquía en 2010 oficiando por primera vez en su carrera como center para poder, de paso, deshacerse del regusto amargo que el bronce en Atenas’04 le había dejado en un paladar acostumbrado a todo tipo de “sabores”. 

En lo que nadie puede resistir comparación con el ex marido de Khloé Kardashian (tortuoso romance donde los haya), ni siquiera el propio Seikaly, es en lo que a lo disoluto de su vida se refiere. Con padre adicto a la heroína, su madre se hizo cargo de él hasta que murió de cáncer cuando el posteriormente versátil ala-pívot contaba con tan sólo contaba con 12. Ahí no terminaría una existencia, como él mismo solía apuntar, marcada por la desgracia, ya que el tercero de sus hijos falleció súbitamente cuando contaba con seis meses de edad. 

Todo ello, en forma de cúmulo de desgracias, no resultaría óbice para que dos anillos (2009 y 2010 con los Lakers de Kobe y Pau) jalonaran el palmarés de un hombre que, por si fuera poco, sería de gran relevancia, despojando de minutos a otro compañero decantado hacia los placeres de la vida nocturna como Andrew Bynum. Sin embargo, después de ser sexto hombre del año en 2011 aún como púrpura y oro, su repercusión en la NBA caería en picado con sendas e infructuosas experiencias en Mavericks y Clippers; ya únicamente restaba que, dos años después, la “arriesgada pero ilusionante apuesta”, en palabras de Josean Querejeta, diera el resultado apetecido en Gasteiz. 

Desafortunadamente, pronto Sergio Scariolo, que cumplía su segunda etapa a los mandos del club, se daría cuenta del calibre de la empresa; de quimérico podría calificarse el obtener rédito de un ya ex jugador con la mente exclusivamente puesta en sus adicciones. Un choque de Euroliga, frente a Unicaja, y el citado anteriormente pasarán a engrosar de manera simbólica los registros de una trayectoria marcada por el desenfreno, el mismo que sólo un año después provocaría que Odom estuviera durante cuatro días en coma en un local de alterne de Nevada. Nos queda confiar en que su particular ruleta rusa haya dejado de funcionar.