Con los Juegos Olímpicos del pasado verano prácticamente guardados en el ‘baúl de los recuerdos‘, las últimas victorias oficiales del combinado nacional en los clasificatorios para un Mundial al que volverán a llegar como defensores del título como a la cita en Turquía de hace 12 años, además de estrena el parche dorado de la FIBA como muestra de ello y como símil del gran recorrido realizado por otras generaciones o del que pueden lograr próximamente.

Cuando empezó el MundoBasket de 2006 nadie podía esperar que el título se lo llevase España y en 2010, cuando defendía el título, tampoco se esperaba que las esperanzas por repetirlo. Desde aquel pasado éxito en el campo donde también se cerró el círculo tras la derrota en Cuartos de Final contra Estados Unidos en el pasado mes de agosto en Tokio. Cierre inesperado (para mal) en el mismo escenario donde, también inesperadamente (aunque para bien en ese caso) empezó todo.
En el lado izquierdo de las camisetas que han lucido en los tres primeros partidos cada jugador convocado para las ventanas de clasificación de 2023 sigue habiendo un vestigio de todo ello: Un parche dorado a modo de escudo donde aparece el trofeo de Campeón del Mundo de la FIBA, cuyas siglas aparecen también justo debajo del mismo.
España es la primera selección que tiene el honor de lucir esta insignia en su pecho, premio también merecido por su ‘regularidad’: Solo el ‘USA Team’ ha sido capaz de alzar el título de campeón en los 13 años que la Selección Española ha tardado en recuperar el cetro, única selección capaz de ‘repetir’ título de forma consecutiva y ambos son los únicos países ‘vivos’ que han ganado Mundiales en el último siglo (la última gran hazaña baloncestística para Yugoslavia como país llegó en la edición de Indianápolis 2002).
El futuro es prometedor para el equipo que dirige Sergio Scariolo, el seleccionador más laureado en el cargo, que afrontará un verano con una ‘primera parte’ que consistirá en cinco partidos clasificatorios para la cita mundialista repartida en dos tandas, que consistirán en los encuentros contra Macedonia del Norte en Zaragoza (día 1), Georgia en Tblisi (día 4) y Ucrania en Riga como ‘territorio neutral’ (aplazado en febrero, se jugará el día 7) en julio además de dos partidos en agosto contra dos rivales (un partido en Pamplona y otro como visitante) que pueden ser Italia, Países Bajos o Islandia (ya clasificados tras la eliminación directa de Rusia). Además, habrá doble enfrentamiento contra Grecia y Lituania (2 como local, 2 como visitante) a principios del octavo mes del año.
El plato fuerte será sin duda el Eurobasket, que para España empezará el día 1 de septiembre contra la Bulgaria del ex-jugador de Barcelona, Sasha Vezenkov, y el joven Kosta Konstadinov, criado en la cantera del Real Madrid, como caras más reconocibles. El día 3 nuevo enfrentamiento contra Georgia, que ejercerá de anfitriona del grupo, el día 4 contra la Bélgica del taronja Sam Van Rossom y cerrando con back-to-back que serán el día 6 con Montenegro (entra por Rusia, aunque puede que no pueda convocar a los mejores por diversos motivos) y el 7 contra la Turquía de Shane Larkin, Ergin Ataman o Sertaç Sanli (entre otros).
Tblisi, la capital de Georgia, y su Sports Complex verán este verano hasta un total de 6 partidos de un equipo que tendrá bajas importantes (como la de su capitán, Ricky Rubio) y que aún así tendrá una prueba brillante para ver si son capaces de llegar a las eliminatorias de la capital alemana con la sensación de poder hacer algo importante.
Con todo ello veremos oficialmente un cambio de ciclo en las eliminatorias por un título importante, ya que de 2006 a 2022 no han pasado solamente 16 años, ni diversos torneos internacionales donde el combinado español ha puesto su nombre en letras de oro para la posteridad, también ha llegado el momento de ver como empieza la ‘transición’ tras el final del trayecto deportivo para muchos de los que formaron parte de la considerada como mejor generación de baloncesto español, que ha proporcionado cambio de mentalidad que todo ello ha proporcionado al ecosistema baloncestístico, dando pie a que se tenga la convicción de que acabará ocurriendo en un futuro no muy lejano, siendo este su gran legado para los que vengan detrás y busquen una referencia cuando los tiros no entren.
La idea de que las medallas y los títulos volverán, tarde o temprano, más allá de un espectacular Eurobasket que, sí todo progresa adecuadamente, tendrá lugar a caballo entre Georgia y Alemania (si consiguen pasar de ronda, Berlín será el lugar para coronarse campeón, a la inversa que en 2015, año que España empezó el torneo en Berlín, misma ciudad y pabellón donde podrá intentar recuperar el título). España activa su ‘Modo Europa’ en su versión masculina (igual que lo hará el año que viene la femenina) para completar esa tirada que se lleva esperando desde la eliminación en Tokio: ‘De Saitama a Saitama y tiro porque el futuro me llama’.