Pasadas las 11.30 de la mañana culminaba su aterrizaje en el aeropuerto de Manises el pívot canadiense Kyle Alexander, tercera incorporación taronja (si nos atenemos al orden de llegada) de las cuatro, de momento, confirmadas por parte del conjunto taronja para la temporada 2022-2023.

Estilizado en su figura y amable ante la prensa, el versátil center formado en la universidad de Tennessee da inicio a la que será su segunda andadura en un conjunto europeo. La más ilusionante, a la par que exigente, hasta el momento. Y es que su aterrizaje bien podría constituir la sinécdoque más perfecta de lo que de sus prestaciones se espera; volar por el encima del aro es algo que todo “5” que se precie debe de llevar de manera intrínseca en su repertorio dentro de lo que es el baloncesto moderno.
Bien harán sus compañeros de perímetro en tenerlo en cuenta a la hora de aprovechar sus continuaciones en el pick&roll en forma de balones colgados en las inmediaciones del aro. Pero si por algo destaca el ex pívot del CB Fuenlabrada es por otra cuestión igualmente consustancial en relación al basket de nuestros días, el hecho de poder cambiar de par en situaciones de bloqueo directo, algo determinado por la capacidad del propio Kyle de detener a exteriores rivales a siete metros del aro, redundará en propiciar implícitamente que la defensa de Valencia Basket se aproxime a ese salto de calidad, tan ansiado como necesario, si la pretensión no es otra que la de competir en la próxima edición de la Euroliga con ciertas garantías.
Una vez desveladas sus principales cualidades (con 25 años se halla a tiempo de paliar y/o pulir sus defectos) nos queda expresar un deseo, y es que, verbigracia teniendo en cuenta su manera de expresarse recién “aposentado” en Valencia, los desafíos que deparará una temporada como la que pronto dará comienzo no parecen intimidar al que es, a su vez, uno de los mejores intimidadores del baloncesto ACB (segundo en tapones la pasada campaña), tampoco si el reto trasciende más allá de nuestras fronteras.
La determinación con la que ha respondido a cada una de las preguntas referentes a su primera experiencia en una competición del calibre de la Euroliga así lo puede atestiguar. Era la de la mezcla exacta entre estímulo y responsabilidad; transmitiendo, habida cuenta de lo que su rostro rezumaba, estar ante la mayor exigencia de su aún corta carrera deportiva. De su rendimiento en la pintura (y fuera de ella) dependerá, en cierta medida, la suerte de todos nosotros.