Con todos los equipos habiendo disputado al menos un partido en esta fase final mundialista de China, que por primera vez cuenta con 32 equipos, toca analizar y preguntarse que ha pasado durante este inicio de campeonato además de sus causas.

Dice el dicho que «lo importante no es como se empieza, sino como se acaba» y si lo aplicáramos a esta Copa del Mundo de China podría tener varios significados, debido a que tras solo un par de días de competición hemos visto situaciones en ciertos partido que tal vez no hubiéramos esperado.
En lo que respecta a los resultados no hemos visto ninguna gran sorpresa (y generalmente ha ganado el equipo favorito salvo casos puntuales), pero lo que si que sorprende es ver como Túnez, República Checa o Costa de Marfil han realizado aproximadamente 20 minutos de buen juego para finalizar recibiendo sendas palizas de España, Estados Unidos o la anfitriona China respectivamente. También podríamos hablar del caso de Francia, que parecía haber desguazado a la selección de Alemania durante la mayor parte del partido y donde los galos acabaron ganando de milagro (por cuatro puntos) a los germanos.
Casos más parejos como el Nigeria-Rusia o el Canada-Australia, donde los africanos y los norteamericanos acabaron perdiendo a pesar de haber peleado durante todo el encuentro sin éxito; al contrario que en el Puerto Rico-Irán, donde los centroamericanos lograron ganar tras haber estado los asiáticos dominando la mayor parte del encuentro, son otro ejemplo de esas peculiaridades que dejan los primeros días de baloncesto en el país asiático . Mejor suerte corrieron en estos casos Grecia, Italia o Serbia; ante Montenegro, Filipinas o Angola respectivamente a parte de encuentros más igualados como la victoria de Brasil a Nueva Zelanda, el triunfo de Turquía ante Japón y especialmente el igualadísimo duelo que República Dominicana terminó ganando ante Jordania.
Todos estos hechos, sin embargo, tienen una misma lectura con una doble explicación:
–La primera consta del hecho que volviesen (porque durante un plazo de tiempo y hasta 2003 existieron de otro modo) las llamadas ‘Ventanas FIBA’ para poder obtener una plaza en esta cita intercontinental: El reconocimiento ganado por aquellos equipos (algunos con lo que tenían y otros con la mayoría de sus armas) con mejor estructura podían acreditar su presencia mediante una clasificación donde podían demostrar su talento sin sus grandes nombres o ‘forzarlos’ a decidir si realmente querían formar parte del equipo. Gracias a esto, muchas selecciones han podido encontrar jugadores que en un momento dado de su carrera no fueron convocados y lo merecían u otros que han podido resultar útiles en momentos clave.
Casos como Amath M’Baye en Francia (segunda mejor valoración del equipo con 21), Quino Colom en España (+16 con el en pista, triple incluido para iniciar la reacción del combinado de Sergio Scariolo) o Ahmet (Duverioglou) Al Dwari para liderar a Jordania (34 puntos, 9 rebotes y 37 de valoración, el cuál se decantó a jugar con el país árabe en vez de con Turquía) son ejemplo de ello.
–El segundo caso, la lucha entre FIBA y Euroliga por dominar (institucionalmente) el baloncesto europeo (Ventanas FIBA a parte): Un Mundial donde se peleaba por la clasificación en plena temporada y sin poder contar con sus mejores bazas siendo el ente central de baloncesto el que podía perder la partida (con la NBA mandando al USA Basketball a un equipo con jugadores de G-League y la Euroliga ‘cediendo’, mediante un parón en la Eurocup, dando la opción a los jugadores de los equipos que disputaban dicha competición fueran con sus selecciones si así lo deseaban). Todo para llegar a una fase final con 32 equipos (más que nunca) y convencer a las federaciones que el proyecto sigue en marcha,porque todo el mundo tiene cabida.
Siempre queda imaginar que hubiese sido de un Mundial con Eslovenia o Croacia (entre otras), que se quedaron fuera del evento por falta de recursos en el momento adecuado, donde además la magnitud del país obligará a realizar prácticamente 10 horas de vuelo dentro del gigante asiático que deberán hacer algunas selecciones, a lo largo de una semana, ante la mala planificación de un evento de tal magnitud.
Poniendo el caso de España que si llegase a la final viajaría de Guangzhou a Wuhan, de ahí a Dongghuan o Shangai para después ir a Pekín en un plazo de 8 días con más 8 horas de vuelo realizadas si quedan en la mejor posición posible en todos los casos, donde habrá equipos que quieran priorizar realizar menos kilómetros a más victorias por el bien de los atletas. Esto es solo una muestra de que se han tomado medidas poco apropiadas para la organización de este evento. Y ante la presión de que todo sea un éxito, todo error extra (retraso a la hora de actualizar el marcador incluido) será juzgado con lupa.
Ante esto, solo queda esperar que el baloncesto reine y el aficionado disfrute viendo al país que apoye hasta que le toque hacer las maletas o celebrar un éxito deportivo de los suyos. Mientras tanto, habrá que recordar aquello de «a caballo regalado no le mires los dientes» y pensar que si hay que mirarse para preguntarse si debe arreglarse una parte visible del producto para evitar sorpresas de bulto más tarde, tratando de solventarlo cuanto antes. Así pues, pudiéndolo arreglar a tiempo para disfrutarlo después, nos ahorraríamos molestias. En esa situación inicial aún están las 32 selecciones y la propia FIBA para solucionar pequeños errores antes de que todo acabe de diferente modo al que esperaban en un principio (dentro y fuera de la pista) .